FRAGMENTO,
LA CEGUERA - SARAMAGO
Se iluminó el disco
amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se
encendiera la señal roja. En el indicador del paso de peatones apareció la
silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas
blancas pintadas en la capa negra del asfalto, nada hay que se parezca menos a
la cebra, pero así llaman a este paso. Los conductores, impacientes, con el pie
en el pedal del embrague, mantenían los coches en tensión, avanzando,
retrocediendo, como caballos nerviosos que vieran la fusta alzada en el aire.
Habían terminado ya de pasar los peatones, pero la luz verde que daba paso
libre a los automóviles tardó aún unos segundos en alumbrarse. Hay quien
sostiene que esta tardanza, aparentemente insignificante, multiplicada por los
miles de semáforos existentes en la ciudad y por los cambios sucesivos de los
tres colores de cada uno, es una de las causas de los atascos de circulación, o
embotellamientos, si queremos utilizar la expresión común.
Al fin se encendió la señal
verde y los coches arrancaron bruscamente, pero enseguida se advirtió que no
todos habían arrancado. El primero de la fila de en medio está parado, tendrá
un problema mecánico, se le habrá soltado el cable del acelerador, o se le
agarrotó la palanca de la caja de velocidades, o una avería en el sistema
hidráulico, un bloqueo de frenos, un fallo en el circuito eléctrico, a no ser
que, simplemente, se haya quedado sin gasolina, no sería la primera vez que
esto ocurre. El nuevo grupo de peatones que se está formando en las aceras ve
al conductor inmovilizado braceando tras el parabrisas mientras los de los
coches de atrás tocan frenéticos el claxon. Algunos conductores han saltado ya
a la calzada, dispuestos a empujar al automóvil averiado hacia donde no moleste.
Golpean impacientemente los cristales cerrados. El hombre que está dentro
vuelve hacia ellos la cabeza, hacia un lado, hacia el otro, se ve que grita
algo, por los movimientos de la boca se nota que repite una palabra, una no,
dos, así es realmente, como sabremos cuando alguien, al fin, logre abrir una
puerta, Estoy ciego.
ALGUNAS REFLEXIONES
- "Desesperados y enloquecidos por su enfermedad luchan a toda costa por sobrevivir. Entre los ciegos se impone el egoísmo y por tanto la ley del más fuerte; en estos casos el hombre pierde toda su humanidad".
- "Por terrible que parezca, estoy segura de que la gente reaccionaría de forma parecida si las circunstancias que plantea Saramago en "Ensayo sobre la ceguera" ocurrieran en realidad. "El mundo está lleno de ciegos vivos" y estoy de acuerdo con él en que "no somos inmortales, no podemos escapar a la muerte, pero al menos deberíamos no ser ciegos".
"Pertenecer a la raza de los seres humanos conlleva unas responsabilidades y es necesario mantenernos lúcidos. "El sueño ocupando el lugar de la memoria, a dónde iremos a parar por ese camino". Si no podemos soportar con entereza nuestros miedos podemos caer en la ceguera, porque "hasta este punto puede engañarse al espíritu cuando se rinde a los monstruos que él mismo ha creado".
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