lunes, 16 de marzo de 2020

A PROPÓSITO DE NUESTRA SITUACIÓN PANDEMICA, UNA REFLEXIÓN




FRAGMENTO, LA CEGUERA - SARAMAGO

Se iluminó el disco amarillo. De los coches que se acercaban, dos aceleraron antes de que se encendiera la señal roja. En el indicador del paso de peatones apareció la silueta del hombre verde. La gente empezó a cruzar la calle pisando las franjas blancas pintadas en la capa negra del asfalto, nada hay que se parezca menos a la cebra, pero así llaman a este paso. Los conductores, impacientes, con el pie en el pedal del embrague, mantenían los coches en tensión, avanzando, retrocediendo, como caballos nerviosos que vieran la fusta alzada en el aire. Habían terminado ya de pasar los peatones, pero la luz verde que daba paso libre a los automóviles tardó aún unos segundos en alumbrarse. Hay quien sostiene que esta tardanza, aparentemente insignificante, multiplicada por los miles de semáforos existentes en la ciudad y por los cambios sucesivos de los tres colores de cada uno, es una de las causas de los atascos de circulación, o embotellamientos, si queremos utilizar la expresión común.
Al fin se encendió la señal verde y los coches arrancaron bruscamente, pero enseguida se advirtió que no todos habían arrancado. El primero de la fila de en medio está parado, tendrá un problema mecánico, se le habrá soltado el cable del acelerador, o se le agarrotó la palanca de la caja de velocidades, o una avería en el sistema hidráulico, un bloqueo de frenos, un fallo en el circuito eléctrico, a no ser que, simplemente, se haya quedado sin gasolina, no sería la primera vez que esto ocurre. El nuevo grupo de peatones que se está formando en las aceras ve al conductor inmovilizado braceando tras el parabrisas mientras los de los coches de atrás tocan frenéticos el claxon. Algunos conductores han saltado ya a la calzada, dispuestos a empujar al automóvil averiado hacia donde no moleste. Golpean impacientemente los cristales cerrados. El hombre que está dentro vuelve hacia ellos la cabeza, hacia un lado, hacia el otro, se ve que grita algo, por los movimientos de la boca se nota que repite una palabra, una no, dos, así es realmente, como sabremos cuando alguien, al fin, logre abrir una puerta, Estoy ciego.


ALGUNAS REFLEXIONES


  • "Desesperados y enloquecidos por su enfermedad luchan a toda costa por sobrevivir. Entre los ciegos se impone el egoísmo y por tanto la ley del más fuerte; en estos casos el hombre pierde toda su humanidad".

  • "Por terrible que parezca, estoy segura de que la gente reaccionaría de forma parecida si las circunstancias que plantea Saramago en "Ensayo sobre la ceguera" ocurrieran en realidad. "El mundo está lleno de ciegos vivos" y estoy de acuerdo con él en que "no somos inmortales, no podemos escapar a la muerte, pero al menos deberíamos no ser ciegos".

    "Pertenecer a la raza de los seres humanos conlleva unas responsabilidades y es necesario mantenernos lúcidos. "El sueño ocupando el lugar de la memoria, a dónde iremos a parar por ese camino". Si no podemos soportar con entereza nuestros miedos podemos caer en la ceguera, porque "hasta este punto puede engañarse al espíritu cuando se rinde a los monstruos que él mismo ha creado".













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